lunes, 18 de abril de 2011

Tacticas sin sentido: los estrategas losers

Si algún loco intentara desglosar al cien por cien las complicaciones que acarrean las diversas relaciones sentimentales, debería pensar en comprarse un papiro de no menos de cinco mil kilómetros de largo. Pero mi intención no es esa, sino que lo que quiero es hablarles acerca de las ridiculeces que las personas hacemos a la hora de comunicarnos con quienes nos interesan.
Sinceramente, no recuerdo persona que no haya sufrido o no haya sido víctima de la incertidumbre e indecisión luego de una primera salida, o a la hora de comunicarse (por cualquiera de las vías) con alguien que en ese momento es importante, necesario/a o interesante. Y yo, en todos, los casos observo una especie de locura masificada en la que la gente comienza a encarnar un personaje que aprende de repente y, cual mago, aparece y desaparece mágicamente, y en el que sus características principales son la capacidad de dosificar su interés como si se tratase de un cuentagotas de cariño.
Cuando observo esta situación, siento que alguien me agarra el corazón y lo coloca en la parrilla del asado del domingo. Porque no puedo entender como una persona que tiene interés en otra, decide dejar pasar un tiempo prudencial para contactarse. Algo totalmente ridículo, ya que uno no puede hacer o deshacer el interés que la
otra persona siente por nosotros. Todos somos tan omnipotentes que no comprendemos el hecho de no tener la capacidad de encantar a alguien, sino más bien, tenemos la debilidad de encantarnos con alguien. Por ende, no hay esfuerzo, acto o demostración que pueda causar un impacto impensado en la otra persona. Es decir que si a una persona no le interesamos, por más que nos tiremos de parapente y caigamos en el jardín de su casa, nada cambiará. Sin embargo, las personas creen que, si desaparecen o no dan rastros de vida, la gente que nos interesa comenzará a vernos de otra manera y a pensar que somos interesantes. Y la verdad, si nos ponemos a pensar, esto no es más que un acto de masoquismo, ya que la otra persona no nos pretende por quien somos realmente, sino que se trata de un juego de ego en el cual no tolera el hecho de que no nos estemos tirando encima, suplicándole que nos dé bola. Algo totalmente enfermo y de lo cual nada bueno puede salir, ya que desde el primer momento está instaurada una competencia enferma en la que el que finalmente demuestre interés en el otro, ese será el perdedor.
Así que todo termina siendo muy superficial y frívolo, debido a que uno debe encarnar un papel como si fuese actor, en vez de ser como realmente es. Es cierto, el misterio puede generar cierta atracción en el otro. Pero tarde o temprano debemos ser nosotros mismos, si es que pretendemos mantener una relación de cualquier tipo, y es allí adonde nuestra estrategia falla y se cae la estantería.
Por estas razones, considero que la cabeza y las tácticas deben ser dejadas de lado y empleadas para trabajar o para jugar al póker, y lo que uno realmente siente debe ser accionado. No importa cuando conociste a esa persona, no importa hace cuánto que no te habla, no interesa si no te llamó, lo único que importa es que hagas lo que realmente sentís. Lograr llegar al estado de paz de saber que esa persona no era para vos, o en el mejor de los casos era para vos y estaba esperando ansiosa ese llamado que vos pensabas racionar.
Que le muestres a esa persona que te interesa, y que en tu autenticidad estás dispuesto a perderlo todo, a llamarla cuando se te antoje, a verlo cuando quieras, y a no tolerar cosas que van en contra de tus sentimientos. Porque retardar el sufrimiento ya es un fracaso en diferido, y medir las relaciones y sensaciones por tiempo y no por intensidad, es la ignorancia en su máxima expresión.
A lo largo del tiempo ha quedado demostrado solo una cosa: que, en cualquier tipo de relación, no existen fórmulas matemáticas para ganar o perder. Y que lo único que nos queda, es la sana intención de sabernos glorificados por el simple hecho de sentir, haciendo caso omiso de los detractores que quieran decirte cuándo llamar, cuándo aparecer, cuándo decir te quiero, o cuándo hacer lo que sentís ganas de hacer.

domingo, 3 de abril de 2011

Sobre el mal humor y sus consecuencias.... // Abril

Bien,  se fué marzo y esta semana me puse a pensar sobre algo que me paso a durante dicho mes y que me dejo pensando unos cuantillos dias, y tiene que ver con el mal humor. que cosa jodida no? cuando nos pasa algo, nos dicen cosas, o vivimos cualquier tipo de situaciones que tienen el poder de cambiarnos el día, de alterarnos emocional y mentalmente. Es muy jodido, tanto para el que lo padece, como para el que cae víctima de ese mal humor, y sí, porque siempre está el que la liga de arriba no? Aquel que, ya sea q viene con un buen día, o simplemente esta neutro, tiene un día normal, y entabla una conversación con esa persona que sufre este estado anímico, cae preso de él, ya sea con respuestas cortantes  a cada pregunta o falta de predisposición para la charla, en fin, poco entusiasmo para con alguien que, quizás,  nada tiene que ver con los problemas de esa persona, y que, a lo mejor solo le interesa saber cómo andas, que es de tu vida, o, sencillamente mantener una simple charla con vos , por qué? Porque le importas, se preocupa por vos, sos importante para esa persona, nada más.
y bien, y ahí es cuando viene la difícil tarea de mantener una charla o compartir un momento, de remar y remar contra las olas de mala onda, que cada vez te irritan más y t hacen estar al borde de cortar todo mal. Y acá entra en juego la paciencia no? Hasta cuando uno se puede bancar estos estados de alguien, hasta cuándo puede mantener la calma y ser conciliador, y hasta qué punto va a ser valorado después por la otra persona, la paciencia juega un rol importante acá, porque, termina siendo aquello que te hace no perder los estribos frente a una situación así, conducirla por el buen camino, evitando posibles peleas, o disgustos de todo tipo.
A veces se hace muy difícil mantener una relación, ya sea familiar, de amistad, o amorosa, cuando aparecen este tipo de trabas y cuando la persona es MUY susceptible a estos bajones, no sabe separar, aquello que le haya provocado este desanimo de esa interacción con otra persona, y se la agarra con ellos o también, cuando alguien le ofrece ayuda, se dispone a escucharlo y trata de saber qué es lo que lo oprime para poder aconsejarlo, darle su punto de vista, o tratar de sacarlo de ese estado, levantar el ánimo y darle la oportunidad de despejarse un poco de eso y alentarlo, animarlo y, de esa forma, brindarle optimismo. Pero, qué pasa? El tema es que la persona se rehúsa a desahogarse, no te cuenta el motivo de su malhumor, y, por ende, no se deja ayudar. Y sí, uno tiene que aceptarlo no? El esfuerzo se hizo, la intención estuvo, pero si la otra persona no se dejó ayudar, por más que se quiera, no se puede seguir insistiendo. Osea, ya está, es así, que se las arregle solo,  pero entonces que no se la agarre conmigo que nada tengo que ver con sus problemas, vine con la mejor onda a mantener una buena charla y en vez de decir, de entrada un “mirá, no tengo ganas de charlar, no tengo un buen día, disculpáme” o algo así, te hace sufrir su mal humor con este tipo de reacciones que dije al principio, pone a prueba tu irritabilidad, y tu paciencia y cuando quisiste prestarle tu oído y aconsejar, no quiso, entonces, que se joda no?