jueves, 22 de diciembre de 2011

Un año que se va ¿o que viene?


Por Josefina Eldstein
(especial para La Voz del Interior)

"Fin de año, tiempo de balance", la frase se impone casi como una consigna cuando el calendario va deshojando sus últimos días y, casi instintivamente, se mira hacia atrás para analizar qué se hizo, qué se logró y qué quedó pendiente en los 365 días que pasaron desde el último año nuevo.

En general se considera esta actividad con la naturalidad con la que se recomienda armar el arbolito. Sin embargo, desde el campo de la psicología se estima que es una cuestión que debe abordarse con ciertos recaudos para que tenga un saldo positivo, sea provechosa para quienes la encaran y se eviten conclusiones decididamente negativas del tipo "tuve un año que fue un desastre" o "peor no me pudo ir".

"Es muy importante que esta evaluación se haga de manera cuidadosa dado que un balance irracional o excesivamente negativo puede generar sentimientos de malestar, estrés o depresión", asegura el psicólogo Leonardo Medrano, Coordinador del Centro "MuSa" para la Promoción de la Salud y la Calidad de Vida en la Mujer y Director del Grupo de Investigación en Psicología Positiva y de las Emociones de la UNC.

Con estas prevenciones, desde la psicología se considera una conducta habitual el ejercicio del balance personal-anual. "Es natural autocalificarnos, poner en la balanza lo positivo y lo negativo del año que transcurrió, como es común hacerlo en cada etapa que culmina. A esta actitud vamos adquiriéndola desde el nacimiento, cuando es necesario que otros (especialistas) nos evalúen (el pediatra en cada avance en el proceso de crecimiento, los profesores en el colegio que nos promueven si hemos aprendido ciertos temas, etcétera), dice la psicóloga Evangelina Aronne. "A medida que pasan los años, vamos internalizando esta conducta, y cada uno a su manera, realiza el análisis de lo que deseamos, lo que hicimos para lograrlo y lo que realmente alcanzamos, como también proyectamos qué hacer con lo que logramos. Ya que, nuevos sueños que se cumplen nos habilitan para nuevos desafíos", agrega.

Cuestión de expectativas

Por su parte Medrado explica: "Existe un mito generalizado que lleva a suponer que la cantidad de acontecimientos y actividades placenteras que experimente la persona hará que ésta sea más o menos feliz. Sin embargo, un mismo hecho puede ser fuente de emociones positivas o negativas dependiendo de cómo se interprete. Por ejemplo, es habitual que muchas personas juzguen que su situación económica es insatisfactoria, ya que les gustaría ganar más dinero del que en realidad ganan. Con frecuencia ocurre que el mismo monto de dinero resulta satisfactorio para algunos e insatisfactorio para otros".

Si bien cada quien evalúa su año a su manera, los especialistas son claros en cuanto a las recomendaciones para plantearlas. "Cuando los logros se aproximan a las aspiraciones la satisfacción aumenta. Con frecuencia ocurre que nuestras aspiraciones son desproporcionadas o irracionales, lo cual provoca que difícilmente podamos sentirnos satisfechos con nosotros mismos", dice Medrano y cita un ejemplo: "Ocurre con frecuencia que una mujer siente malestar emocional (preocupación, estrés, ansiedad, tristeza, depresión), porque cree que no está cumpliendo con todas sus aspiraciones (familiares, laborales o personales). En general ocurre que dichos sentimientos de insatisfacción no provienen de un bajo logro, sino de una aspiración excesiva e irracional. Es importante plantearse aspiraciones realistas y alcanzables, de lo contrario es muy probable que experimentemos insatisfacción y malestar emocional", sostiene.

Ellas, más exigentes

Medrado también repara en la influencia de la "cuestión de género" en el asunto: "Se ha observado que las mujeres reportan menores niveles de satisfacción vital que los hombres. Aparentemente el hecho de ser más autocríticas que los hombres es lo que hace que las mujeres presenten menor satisfacción con su propia vida".

Evangelina Aronne considera que para que el balance tenga un verdadero sentido y cumpla con el objetivo de impulsar nuestro crecimiento, debemos: "Aceptar lo que no pudimos concretar, encontrarle explicaciones lógicas (ni excesivas justificaciones ni autocríticas rígidas) y planearnos nuevas metas claras y posibles de alcanzar con los recursos que contamos o somos capaces de adquirir.

Podemos ampliar la lista de expectativas, proyectarnos a largo plazo, extendernos a niveles más elevados, confiando en nuestro potencial y dándonos tiempo para realizarlas. Siendo lo más realistas posibles en lo que se puede concretar en 365 días y en dos, cinco o 10 años. Y que, a más desafíos, posiblemente haya más riesgos que afrontar".
Lo que se dice tomarse las cosas con calma.

Medida de la satisfacción

Si los balances de fin de año implican la satisfacción o no con las performances personales, la conformidad con la propia vida tiene características que hacen que las personas puedan agruparse en ciertos perfiles. El psicólogo Leonardo Medrano cita a Ed Diener, un autor destacado en el estudio del bienestar psicológico y la salud vital, quien señala tres grupos según sus niveles de satisfacción vital:

Personas satisfechas:
sienten que la mayoría de las cosas de su vida son en general buenas. Es probable que el crecimiento y los retos estén presentes en sus vidas. En general, se caracterizan por ser agradables y por sentir que los diferentes ámbitos (trabajo o estudios, familia, amigos, ocio) van razonablemente bien.

Personas ligeramente satisfechas:
en general, están satisfechas con la mayoría de las áreas de su vida, pero sienten que necesitan mejorar algunas de ellas. También suele ocurrir que un suceso negativo reciente (accidente, divorcio, etcétera) ha llevado a una disminución de los niveles de satisfacción. Una insatisfacción temporal es común y normal, pero un nivel contínuo de insatisfacción puede disminuir la motivación y ser desagradable. Hablar con un consejero o especialista puede generar un cambio de dirección positiva.

Personas insatisfechas:
tienden a sentir que una buena parte de sus áreas vitales no van bien (trabajo, familia, vida social, entre otras). Una persona con un bajo nivel de satisfacción en ocasiones no funciona bien porque la infelicidad funciona como un distractor que obstaculiza el logro de metas. Sumado a ello, tienden a plantearse metas y aspiraciones poco realistas, a anticipar resultados negativos, sentirse poco capaces, factores que en conjunto llevan a niveles bajos de satisfacción. Se considera que estas personas pueden verse beneficiadas si consultan a un psicólogo o especialista.

Valorar lo que hacemos
Por Evangelina Aronne
Licenciada en Psicología (M.P. 3528).

Como es costumbre, en diciembre, hacemos equilibrio entre el estrés y el consumo, y la dedicación para tener unos días llenos de amor y paz.

Posiblemente, nos deslumbremos con las propuestas para agasajos en las fiestas, con las ofertas en playas maravillosas para pasar las vacaciones y, tratemos de estirarnos para alcanzar esos ideales. Pero es importante que, además de prepararnos especialmente para celebrar estas fechas extraordinarias, encontremos placer en lo cotidiano, mirando nuestro ser interior y desarrollando nuestros talentos.

Algunas preguntas nos ayudan a captar ese potencial: ¿Cuáles son mis mayores fortalezas? ¿Qué cosas realmente disfruto hacer? ¿Qué actividades realizo de manera espontánea? ¿Qué me hace sentir feliz?

Cada uno es necesario en lo que hace. Lo que puede ser un defecto puede transformarse en virtud dependiendo del contexto o del puesto de trabajo. Aquello que hacemos naturalmente, puede convertirse en algo de gran utilidad para muchos. Podemos abarcar habilidades de todo tipo: hacer comidas caseras, lavar autos, enseñar algún deporte, manejar una computadora, atender en un banco, cultivar una huerta, etc.; las actividades que para algunos serán complejas, para otros, son cosas de todos los días.

Comprender que nuestro actual trabajo es transitorio, que día a día tenemos la oportunidad de hacer algo diferente, de aprovecharlo para generar contactos o pagarnos un curso, nos hará disfrutar mejor el recorrido y sentir que estamos evolucionando.
La enseñanza es: "reconocer nuestras virtudes y capacidades, sumarle ganas de aprender y constancia, compartir lo que sabemos y lo que tenemos, unir con mucha fe y esperanza. ¿El resultado? Todo se nos multiplicará." ¡Felices fiestas!

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